Bolaños, espera su invitación en Moncloa, sentado.

Como es tradición en Madrid, todos los años se celebra el dos de Mayo, y la anfitriona es la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que ya ha dicho que no invita a Félix Bolaños. 

Este año con motivo de la celebración del 2 de Mayo, espero que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, no repita su intención de asistir al acto organizado por parte de la Comunidad de Madrid sin ser invitado. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha manifestado públicamente su clara intención de no invitarle. Por lo tanto, no debe asistir, dado que las relaciones tras los últimos escándalos políticos han deteriorado aún más las relaciones entre Gobierno y Comunidad de Madrid. No se deben forzar las situaciones cuando esta en juego la imagen de España y del Gobierno que representa con su comportamiento un tanto infantil.

Un ministro tiene su lugar de precedencia, y si no se lo van a dar su lugar que por derecho le da el cargo que ostenta autoinvitándose que no asista. ¿Va a permitir que le cojan de los hombros para impedirle el paso como si fuera un "Don nadie"? 

El año pasado la Comunidad de Madrid dejo el protocolo de actuación de lado ante este imprevisto provocado con intencionalidad sin proceder de la forma correcta. Siempre prevalece el cargo por encima de todo imprevisto. Una vez que ha llegado al acto un invitado sin ser invitado se le recibe solo por ser quien es,  y se modifica el orden de precedencia de los asistentes. El protocolo es educación, cortesía, y respeto, y esta amparado por leyes en los actos oficiales. 

¿Qué debe hacer un político ante esta situación que se le vuelve a repetir por segundo año consecutivo? Ante esta situación con cierta provocación por parte de la Comunidad de Madrid, lo mejor es responder con una acción diplomática, ocupando ese día en su agenda con algún acto privado.

Lo más importante: ¿Cuál es la respuesta de un político ante una invitación que no llega a Moncloa? Ya que al señor Bolaños le gusta dar la última palabra. Lo que haría un político de cualquier nación ante semejante agravio público es irse de viaje este puente, o de una comida en su casa. Su agenda tiene que estar ocupada en esa franja horaria en la que se celebre este acto al que no es bienvenido.

Por supuesto, hágalo público donde va a estar ese día y a esa hora. Aunque le hubieran invitado este año no hubiera sido posible asistir al tener un compromiso ineludible. Un político tiene que saber gestionar hasta los agravios públicos con una estrategia. Y no se olvide de sonreír.

¿Qué haría el presidente de Estados Unidos? Irse a Camp David.