Alta costura, pasado y presente.

La alta costura de ayer no es la alta costura de hoy, la mano de obra es la misma, la categoría que la identifica no se ha perdido, gracias a los nombres que continúan resplandeciendo en la moda, asegurando su continuidad. Sigue manteniendo sus valores en la elección de los tejidos, de su elaboración puntada a puntada, con la selección del mejor hilo y aguja. Lo que se ha perdido es el volumen de venta. Han descendido los desfiles privados para las casas reales de Europa y Oriente Medio. Tras la Segunda Guerra Mundial, hubo un cambio que la trastocó.  

El poder adquisitivo no se ha perdido, sigue en los mismos continentes. Lo que ha cambiado son las costumbres a la hora de adquirir moda cada temporada. Lo que antes era exclusivamente alta costura en el armario de las mujeres de la alta sociedad, las casas reales, las grandes fortunas, ahora se compone del prêt-à-porter, y por supuesto, tiene una parte de ese armario, Zara. Eso es lo que ha cambiado, el uso y las costumbres a la hora de adquirir moda exclusiva.

¿Por qué? Las mujeres se movían en entornos privados, exclusivos y cerrados, donde se lucían vestidos únicamente de Alta Costura. No como ahora, existen recepciones en el calendario de las monarquías con gente muy variopinta.

Las mujeres que pertenecen a una Casa Real, se las ve por la calle, las captan los fotógrafos en una actitud muy normal, caminando con una bolsa en la mano, paseando con el perro. La moda que exponen en esas situaciones cotidianas que antes no se daban, y se dan ahora con otro estilo de indumentaria. Se acercan más al pueblo, se dan baños de masas a los que se acercan a saludar. Están más al pie de la calle que en palacio. Sus funciones y su papel han cambiado. Digamos que tienen más presencia. Un mayor protagonismo que exige tener un armario más variado, ajustado a sus actos públicos o privados.

Ahora tienen más escenarios donde dejan expuesta su imagen a diferentes niveles.