No solo la tela te viste.
Se viste con la imagen de la tecnología que portamos en el bolso, el maletín, la chaqueta, desde el móvil, el ordenador, la billetera, todo lo que esta oculto a la vista de los demás cuando lo transportamos sin utilizar...
Es tan importante la indumentaria cuando tenemos una reunión, como la tecnología, como puede ser una tablet, un portátil, o el teléfono. La imagen que proyecta esta por encima de su valor económico que también que cuenta. Da muy mala imagen cuando ves un móvil con la pantalla rallada, resquebrajada, o sucia. Malos hábitos. Cuando no tienes tapas en los zapatos los llevas arreglar, dejas de ponértelos y los llevas al zapatero. Lo mismo pasa con la tecnología, cuanto antes repongas su imagen inicial, mejor opinión tendrán de ti. La tecnología comparte imagen con nuestro yo.
Ahora vamos a ese medio de locomoción que ocupa su espacio en nuestra vida cotidiana, el coche. Imagina que has tenido una reunión con alguien, da igual quién sea, mientras no sea tu marido o tu mujer, o un familiar que te conocen muy bien, cualquier ejemplo sirve.
Nos ponemos en situación: Un cliente de tu empresa, despacho, tras una reunión mantenida contigo, se ofrece acompañarte hasta tu coche, y tú lo llevas sucio por fuera, y sucio y desordenado por dentro. No vale la excusa de que los niños son un desastre. Y de repente te pregunta: ¿El coche es tuyo? Tierra trágame. Vendemos nuestra imagen hasta en los artículos de mínima o máxima necesidad.
Cuidado con todo lo que dejamos ver de nosotros mismos. La economía puede estar oculta detrás de estos objetos. Muchos hombres y mujeres con poder adquisitivo llevan móviles que no corresponde a su categoría profesional ni económica, en cuanto al coche, pasa lo mismo, pueden tener más de un coche, un utilitario para la ciudad, al ser un modelo práctico para aparcar. Lo importante es que condiciones llevas el coche, como de limpio y ordenado, no como lo conduces.
Estos detalles pueden generar desconfianza, y se puede llegar a interpretar en las relaciones profesionales como personales, como una persona dejada, desordenada, y lo peor de todo, sucia. En vez de ofrecer en esos detalles una imagen seria, ordenada, y disciplinada. Puede generar dudas sobre tu persona. Si al cabo de unos días te vuelves a ver con esa misma persona y llevas el coche igual de sucio y desordenado, no tienes excusas. Te ponen nota. Ya no te quiero decir, si es con un director de Recursos Humanos, directamente no te seleccionan para el puesto.
No todo es el oro que brilla. Brilla el coche, los zapatos, las pantallas del ordenador y el móvil. Es el brillo de la pulcritud. Es otra forma de elegancia basada en las buenas costumbres adoptadas por el hábito. Detalles que generan respeto y confianza.